Cuando el paciente presenta un dolor localizado en un diente o en una muela, acompañado en ocasiones de sensibilidad al frío y/o al calor, se realizan pruebas clínicas como radiografías o escáneres de la muela, para ver si radiográficamente encontramos una anomalía como puede ser una caries que llega al nervio o una infección en el interior del hueso que proviene del diente. También se suele utilizar como prueba diagnóstica que aporta más información el test de frío o eléctrico. Con esta prueba a través de ciertos estímulos al diente podremos saber si el diente esta vivo, muerto o parcialmente muerto.
Siempre que las pruebas diagnósticas nos muestran que los síntomas los produce el nervio del diente y encontramos infección en la raíz o en el ápice del diente (punta de la raíz), procedemos a realizar una endodoncia con la finalidad de mantener nuestras piezas dentarías.
Las causas por las que se puede dañar la pulpa de la raíz del diente o muela, normalmente suele ser por presentar caries profundas que afectan llegan al nervio y lo infectan o por traumatismos, en los que debido al golpe, se corta el riego sanguíneo y en consecuencia, se afecta la pulpa dental.
Los dentistas siempre tratamos de mantener y reconstruir el diente, para que permanezca en boca. En caso contrario, para acabar con la molestia y dolor de esa muela o diente, la otra opción es la extracción del diente, algo que debemos evitar, puesto que si extraemos el diente, posteriormente hay que sustituirlo.
Siempre realizamos o debemos realizar, tratamientos conservadores que mantengan el mayor tiempo posible los dientes naturales del paciente en su boca.